La visita de Kuczynski a Trump
En el contexto actual de maltrato de un país latinoamericano como México por el presidente Trump y de las medidas anti inmigrantes, que el Jefe de Estado peruano acudiera a la Casa Blanca, era una movida diplomática arriesgada.
Sus colegas de la región, ciertamente, no se han puesto en orden de batalla para defender al país hermano, dando prioridad al cuidado de los intereses nacionales de sus respectivos países, lo que comanda asumir una actitud de prudencia respecto del irascible e imprevisible mandatario estadounidense a fin de no provocarlo. Así, se mantienen a la expectativa de lo que pueda ocurrir, aunque con un ojo puesto en sus respectivas opiniones públicas que pudieran reprocharles, como ya vienen haciendo varias personaliades, su falta de actitud solidaria.
Pedro Pablo Kuczynski, en cambio, prefirió ir al encuentro del “ogro”, al que por cierto, había criticado anteriormente en términos duros, y cumplir así una suerte de “misión de apaciguamiento” por adelantado, en un intento de “blindar” al Perú. No le ha ido tan mal, pues, en paralelo a su prédica a favor de nuestro país, cuyos efectos están por verse, tuvo el buen tino de referirse también al conjunto de América Latina, y, sobretodo, de decir que prefería construir puentes antes que muros, lo que ha sido resaltado por medios como el Washington Post, como una puya sutil a Trump por su actitud respecto de México.
Sin embargo, no se puede perder de vista que las políticas a nivel global anunciadas por el inquilino de la Casa Blanca, se encuentran en un curso de colisión con intereses fundamentales del Perú. No se trata únicamente de su hostilidad al libre comercio, que, aunque no signifique, al menos por ahora, que ponga en cuestión nuestro TLC con Estados Unidos, ya ha tenido como resultado desactivar el Acuerdo Transpacífico que el gobierno peruano veía como una gran oportunidad. También hay que tener en cuenta que la postura contraria al acuerdo de Paris para luchar contra el cambio climático, y, en general, el talante anti ambientalista de Trump, pueden tener graves consecuencias para nuestro país, que, como se sabe, es uno de los más afectados por el calentamiento global. A ello debe sumarse, por cierto, la perspectiva de deportaciones masivas de peruanos que residen ilegalmente en Norteamérica, que, aunque correspondan al derecho soberano de cada Estado de adoptar las medidas migratorias que estime más convenientes, generarían situaciones humanas difíciles para decenas de miles de nuestros compatriotas, y, de rebote, un problema social interno.
Es decir, el hecho objetivo es que el Perú y Estados Unidos, como pocas veces, se encuentran ahora separados por intereses antinómicos en aspectos fundamentales. En ese sentido, nos encontramos en la misma situación que la mayoría de los aliados tradicionales de la potencia del Norte, muchos de los cuales, en particular los europeos, no terminan de salir de su asombro ante el trato bastante menos amigable que vienen recibiendo desde la Casa Blanca.