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Exorcismo trunco en Colombia

Publicado: 2016-10-04

Los demonios de la violencia política se han cebado en Colombia durante gran parte de la historia republicana de ese país.  

El acuerdo entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC tiene que ser mirado desde esa perspectiva. Con su suscripción en Cartagena y el apretón de manos entre los firmantes, ante la mirada de los invitados extranjeros, se buscaba sin duda conjurar para siempre esos demonios y, así, lograr desterrar definitivamente la práctica de la política con armas. En ese sentido, fue casi un acto de exorcismo, como lo fueron también los encuentros entre verdugos y víctimas en busca de la reconciliación y el perdón. Con su escenificación se buscaba entronizar en el imaginario colombiano, el concepto de “paz”, desplazando al de la guerra.

Todo ello quedó trunco, o, por lo menos, en suspenso, el domingo dos de octubre. En el ánimo de la mayoría de los colombianos que votaron ese día, antes que cualquier otra consideración, prevaleció el peso de los crímenes atroces cometidos por los miembros por las FARC, y, así, estos fueron regresados a su condición de meros delincuentes que, en función de la justicia ordinaria, tienen que recibir el castigo que merecen. Ya no son cofundadores de una nueva etapa en la historia de Colombia. Lo paradójico es que fueron sobre todo las regiones que más sufrieron por la guerra, las que votaron mayoritariamente a favor del acuerdo, y, por lo tanto, se mostraron más dispuestos a perdonar.

Ahora se abre un período de incertidumbre. No se sabe muy bien hasta donde quiere llevar la facción del “No”, liderada por Alvaro Uribe, la revisión de lo firmado. Aparentemente, no solo el tema de la justicia y de la participación en la política de las FARC, están en cuestión, sino también el programa agrario a favor de los campesinos. Más aún, en las declaraciones del ex mandatario, previas y posteriores al plebiscito, han aparecido temas de discusión colaterales como la política tributaria del gobierno. Es decir, parece que el momento es propicio para arrinconar a Juan Manuel Santos.

Por otro lado, si bien el máximo líder de la organización subversiva, “Timochenko”, ha reiterado su compromiso con la búsqueda de la paz, lo cierto es que la entrega de las armas queda en suspenso, y, no se sabe muy bien cómo reaccionarán los diferentes mandos y la tropa ante el nuevo escenario. ¿Cuánto tiempo aceptarán quedarse en el limbo?

Se dice que el huracán “Matthew” es una de las causas de la derrota del “Sí”, al provocar una mayor abstención en las zonas costeras que, con un cielo más clemente, hubieran podido, tal vez, modificar el resultado final. Esperemos que no constituya también un aviso de una larga y dolorosa tempestad política para el conjunto de los colombianos.


Escrito por

Francisco Belaunde Matossian

Analista político internacional. Profesor en las universidades Científica del Sur y San Ignacio de Loyola


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