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El debate sobre la reacción correcta a tener frente a lo ocurrido en Brasil

Publicado: 2016-09-05

Es apasionado, en particular en las redes sociales, no solo por el juego de las simpatías y antipatías políticas, sino también porque las opiniones son tomadas como medidores de la autenticidad de las convicciones democráticas de quienes las emiten, lo que, lógicamente, genera ansiedad; más aún, cuando la sombra de la situación venezolana propicia el cruce de acusaciones de duplicidad.  

Como frente al caso del país llanero, se esgrime un deber de denuncia y de indignación, pero que aparece menos claro para muchos en lo que se refiere a la destitución de Dilma Roussef y ese es, justamente, todo el problema.

Es obvio que se está en una zona gris, lo que hace, por ejemplo, que, no todos aquellos que han censurado en términos severos lo ocurrido, se atrevan a utilizar el término de “golpe”. Es el caso del o los autores del interesante editorial del diario El Comercio al respecto. 

Por otro lado, también ha habido reacciones menos encendidas, que obedecen a que, si bien está claro que ha habido una utilización oportunista de una figura constitucional por el Congreso brasileño para sacar de su cargo a Roussef, lo que es criticable, la democracia sigue vigente en ese país. Puede apuntarse a posibles consecuencias de la destitución sobre la futura estabilidad de la institucionalidad, pero, por otro lado, no hay una monopolización del poder por un sector, ni encarcelamiento de dirigentes por motivos políticos, ni, en general un cierre de espacios democráticos, como sí se dio en el Perú en la última década del siglo pasado y ahora en Venezuela. Al revés, el pluralismo de las fuerzas se mantiene, al punto que el ahora presidente Temer no tiene asegurado el apoyo permanente de todas las bancadas para su gestión; por otro lado, los fiscales y jueces siguen llevando adelante los procesos que ya han conducido a la cárcel a personajes encumbrados y lo seguirán haciendo en los próximos meses y años.

En todo caso, más que el resultado del proceso de “impeachment”, es el desprestigio del conjunto de la clase política brasileña, lo que llama a alarma   sobre las perspectivas de la democracia. A ello se añaden, por cierto, los efectos de la profunda crisis económica. 

En ese contexto, la diplomacia peruana debe mantenerse prudente ante lo ocurrido, no sólo midiendo sus palabras en un eventual pronunciamiento, sino, también, por cierto, no cediendo ante los hipócritas llamados a reacciones duras por parte del Frente Amplio.


Escrito por

Francisco Belaunde Matossian

Analista político internacional. Profesor en las universidades Científica del Sur y San Ignacio de Loyola


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