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Partidos: Se hace camino al andar cuesta arriba

Publicado: 2014-07-01

En los tiempos actuales, crear y/o consolidar un partido político es un acto heroico. Un partido de verdad, se entiende, es decir, entre otros aspectos, con identidad doctrinaria y un aparato sólido que permanezca en el tiempo; no una “Mype” electoral efímera como las que aparecen por doquier por iniciativa de emprendedores políticos.   

No se trata de una “misión imposible” sin embargo. Aún cuando las diferencias ideológicas hayan menguado fuertemente desde la caída del Muro de Berlín, todavía hay tendencias que se distinguen unas de otras. Es decir, hay materia prima como para dotarse de sustento programático.

Lo que sucede, claro, es que lanzarse en la aventura, requiere de convicción y de espíritu de sacrificio, en el sentido en que el horizonte mental no puede detenerse en la búsqueda de resultados en los comicios inmediatos. De lo que se trata, es de llevar a cabo una paciente labor de construcción institucional, lo que implica un persistente trabajo de formación política. La buena noticia es que, contra lo que pudiera creerse, hay todavía entre muchos jóvenes, una demanda en ese sentido. En un reciente y muy concurrido seminario internacional organizado por el Instituto de Estudios Social Cristianos, fue notoria la asistencia de un gran número de estudiantes y profesionales que mostraban su avidez por nutrirse doctrinariamente y de conocimientos políticos en general. Lo mismo puede esperarse respecto de quienes se sienten cerca del liberalismo o de la izquierda.

La política es un asunto de dinámica. Que lo que prime actualmente sea la “Empresa Electoral Individual de Irresponsabilidad Ilimitada”, no impide generar una dinámica contraria de edificación de, pocos pero sólidos, partidos, basada, de manera muy especial, en la docencia. Es decir, hay que nadar contra la corriente para poder acercarnos a lo que se da en países de democracia avanzada. En Alemania, por ejemplo, las organizaciones partidarias cuentan con fundaciones que realizan una labor de difusión doctrinaria, no sólo en su país sino en muchos otros. Así, la de la CDU de Angela Merkel, lleva el nombre del histórico canciller de la posguerra, Konrad Adenauer y se encuentra presente también en el Perú, auspiciando eventos como el seminario antes mencionado.

La tarea de enhebrar un tejido político en el país es inmensa y requiere de visión, de seriedad y de constancia, muy lejos de la adopción de medidas efectistas como la eliminación de la reelección de alcaldes y presidentes regionales. Eso no ayuda mucho, tal como han apuntado varias voces como, muy recientemente, la del historiador Daniel Parodi en su artículo “República sin políticos”. Por el contrario, es contraproducente.

Entonces, preocupémonos más bien de la formación política y de actuar también en otros campos, como el de las reformas de la legislación electoral que favorezcan la institucionalidad, además, por cierto, de la lucha contra el financiamiento de candidaturas por el crimen organizado.


Escrito por

Francisco Belaunde Matossian

Analista político internacional. Profesor en las universidades Científica del Sur y San Ignacio de Loyola


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