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FRANCIA REVISA SU SISTEMA DE DESCENTRALIZACIÓN

Publicado: 2014-04-22

Como el Perú, Francia tiene una fuerte tradición centralista. El resultado es que su capital, Paris, y sus alrededores inmediatos, constituyen una aglomeración sobredimensionada con respecto al resto del país.  

Recién en 1982, se inició el proceso descentralizador actualmente vigente. Hasta entonces, sólo a nivel municipal, las autoridades eran elegidas mediante el voto popular. En cambio, los departamentos, creados por Napoleón, eran dirigidos por los prefectos, funcionarios designados por el gobierno central. En el año mencionado, y en el siguiente, bajo el gobierno socialista de François Mitterrand, se dieron las normas que dieron paso a la elección de Consejos Generales, a nivel de los departamentos, y de Consejos Regionales, con jurisdicción sobre varios departamentos, transfiriéndoseles competencias y recursos. Por otro lado, se desarrolló un tipo de institución que permite a las municipalidades llevar a cabo acciones en común, en diversos ámbitos, tales como la provisión de agua, los transportes, entre otros. Más aún, se estableció también una norma llamada “Cláusula General de Competencia”, que permite a los municipios, departamentos y regiones, intervenir en acciones que alcanzan a sus jurisdicciones respectivas, aún cuando sean de competencia de entidades ubicadas en un nivel superior del organigrama territorial. Es como si en los proyectos que son de responsabilidad de nuestro ministerio de Transportes y Comunicaciones, los gobiernos regionales y municipales tuvieran también un derecho oponible de participar.

El más reciente añadido al tinglado está constituido por la “metrópoli”, una nueva circunscripción que reúne a una gran ciudad y sus alrededores, que, de esa manera, se desgajan administrativamente del departamento al que pertenecían.

Es decir, la descentralización francesa es extremadamente compleja, al punto de recibir el apelativo de “Milhojas territorial” en referencia al popular producto de pastelería. Ciertamente, es un bocado bastante difícil de digerir, por los problemas de superposición de competencias, ineficiencia y sobrecostos administrativos que genera.

La simplificación del sistema se ha convertido entonces en uno de los principales objetivos del gobierno del presidente François Hollande y de su nuevo primer ministro, Manuel Valls; ello, a través de la fusión de regiones y la desaparición, a mediano plazo, del nivel departamental, entre otras medidas. Sin embargo, como siempre sucede en casos similares, las voces de rechazo ya se dejan oír, en particular en el propio campo del mandatario. A las discrepancias de fondo, se suman, sin duda, las reticencias de diversas autoridades a dejar espacios de poder.

Habrá que ver si Valls, con su talante de hombre de decisiones firmes, logra llevar a un buen puerto el proyecto. Tal vez pueda también hacer llegar hasta nuestros lares un poco de su espíritu para ayudarnos a emprender nuestro propio proceso de reforma en la materia.


Escrito por

Francisco Belaunde Matossian

Analista político internacional. Profesor en las universidades Científica del Sur y San Ignacio de Loyola


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