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La revancha

Publicado: 2017-01-10

La Unión Soviética perdió la Guerra Fría. Hoy, su heredera, la Rusia de Putin, se cobra la revancha, por lo menos en parte, aprovechando y contribuyendo a exacerbar el proceso de implosión política en el que parece estar sumido el mundo occidental.    

Así, el Kremlin se ha permitido interferir en la elección presidencial de Estados Unidos, utilizando su arsenal cibernético para buscar darle una manito al candidato de su preferencia y, finalmente electo, Donald Trump. El outsider vestido de republicano se ha mostrado dispuesto a seguir la partitura moscovita en temas geopolíticos, y, además, como un bono adicional para Putin, tiene el potencial para desestabilizar el sistema institucional norteamericano a punta de tweets agresivos y de acciones populistas y autoritarias.

Lo mismo se está dando en los países miembros de la Unión Europea, sacudidos por una larga crisis económica, el terrorismo yihadista, la crisis de los migrantes y refugiados y el desencanto de buena parte de la población del que sacan provecho los partidos populistas y de extrema derecha, a varios de los cuales el Kremlin apoya de una u otra forma. En Alemania se teme incluso una ofensiva cibernética para desestabilizar las elecciones parlamentarias de octubre próximo. El resultado final de esa conjunción de factores podría ser el derrumbe de la Unión Europea que pagaría así, a ojos del mandamás de Moscú, el precio máximo por la osadía de haber puesto los pies en varios países fronterizos de Rusia y que esta considera como su zona de influencia exclusiva.

Lo curioso es que la actual buena racha de Putin a nivel externo se da en un contexto en el que su país, no solo tiene un poderío mucho menor que el que tenía la Unión Soviética, sino que, además, se encuentra inmerso en una fase de descalabro económico que ya viene durando varios años, y del que no parece que vaya a salir próximamente. Si esa situación interna se prolongara más de la cuenta, podría terminar pasándole factura al ex agente de la KGB, poniendo en riesgo su propio régimen. Y es que, claro, los logros geopolíticos pueden generar aplausos durante un buen tiempo, pero no se comen.


Escrito por

Francisco Belaunde Matossian

Analista político internacional. Profesor en las universidades Científica del Sur y San Ignacio de Loyola


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