#ElPerúQueQueremos

¿Desesperación o estrategia urbana para decidir el futuro de Lima?

Publicado: 2016-12-06


El ocupante del sillón de Alcalde de nuestra capital, Luis Castañeda Lossio, ha hecho una confesión aterradora: dice que emprendió a toda prisa la construcción del cuestionado by pass de la avenida 28 de Julio, en el Cercado, porque es “un desesperado”. Es decir, la configuración de la ciudad y la calidad de vida de sus habitantes en las próximas décadas, así como la utilización de millonarios recursos públicos, están sujetos, no a una reflexión y una planificación serenas, sino a los arranques y humores de la máxima autoridad metropolitana. Estamos ante una irresponsabilidad mayúscula francamente inmoral.

En realidad, lo anterior no es ninguna sorpresa, dado el estilo de gobierno exhibido hasta la saciedad por el señor Castañeda que es contrario a la discusión franca y abierta de los temas que atañen a la gestión de Lima; así lo demuestran su negativa a presidir las sesiones del Concejo Municipal y la prohibición de que éstas sean transmitidas para conocimiento del público interesado. Peor aún, hay una absoluta falta de transparencia, pues no se muestran los documentos que sustentan las decisiones que se toman, incluyendo los estudios correspondientes, cuando existen, amparándose en pretextos fútiles. Ello, por cierto, no hace más que alimentar las suspicacias respecto de las motivaciones del burgomaestre quien, recordemos, ya se encuentra bajo la sospecha de un importante sector de la opinión pública, tras el escándalo de Comunicore ocurrido durante su anterior gestión, más allá de su exclusión del proceso abierto a ese respecto y que involucra a los funcionarios que conformaban entonces su círculo íntimo de colaboradores.

Añade a la ansiedad de muchos limeños, el hecho de que no se haya oído a ningún especialista en cuestiones urbanas mostrarse favorable al rosario de “by passes”, que Castañeda Lossio pretende construir sí o sí en nuestra ciudad como supuesta solución a los problemas de tránsito. Que esa opción sea popular no es tranquilizador para nada pues estamos ante un tema eminentemente técnico. Es decir, parece que se pretende hacer valer una suerte de pensamiento mágico bastante extendido, o de fetichismo del "by pass", por sobre la ciencia. No estamos muy lejos de los “pishtacos” de Huaycán.

Ni siquiera se quiere tomar en cuenta, aunque sea para discutirlas, las experiencias de otras ciudades, no solo europeas, sino de varias de nuestro continente y que parecen indicar que los “by passes” pueden ser incluso contraproducentes en términos de fluidez del tráfico, además de malograr irremediablemente la vida en los barrios en los que son construidos. Esto no quiere decir que haya que descartarlos totalmente, pero deberían ser parte de una planificación debidamente estudiada y sustentada, que incluya la reducción de los vehículos en circulación a través de la reforma del transporte público y una buena semaforización. Se tiene que considerar también la suerte de los peatones, sin lo cual, la ciudad se volvería aún más agresiva de lo que ya es para sus habitantes. En resumen, no se puede hacer obras “al tun tun”.

A propósito, los atracones en las primeras cuadras de la Avenida Aramburú, en San Isidro, que se desbordan hasta la avenida Arequipa en horas punta, se originan a la altura del Paseo de la República desde donde parten las largas colas de automóviles. No parece que el proyectado “by pass” en esa zona vaya a solucionar nada.

Seamos ambiciosos y cultivemos nuestra autoestima como limeños, dejando de lado la desesperación y la improvisación y haciendo de nuestra capital una ciudad inteligente, es decir, amigable no solo para los conductores, sino también para los peatones y la vida en los barrios.


Escrito por

Francisco Belaunde Matossian

Analista político internacional. Profesor en las universidades Científica del Sur y San Ignacio de Loyola


Publicado en