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¿"Make America great again"?

Publicado: 2016-11-12

Si nos atenemos a su discurso, Donald Trump quiere que Estados Unidos recupere su sitial en el mundo, que, según él, perdió en los últimos años. Lo paradójico es que las medidas anunciadas durante la campaña electoral por el futuro mandatario, significarían más bien una fuerte pérdida de influencia de su país y, por lo tanto, menor capacidad para hacer valer sus intereses.  

En efecto, sobre la base de consideraciones de pulpero o de contador, el acaudalado empresario ha amenazado con reducir e incluso suprimir la cooperación norteamericana con sus socios de la OTAN y con varios otros Estados del Sudeste asiático y de otras regiones, retirando tropas y cerrando bases. En otras palabras, parecería estar dispuesto a dejar curso libre al crecimiento de la influencia de China y de Rusia, permitiéndoles que avancen sus piezas de ajedrez en el tablero global, hasta eventualmente, cercar a Estados Unidos.

No solo eso; Trump también parece sentirse cómodo con la proliferación de arsenales nucleares en el mundo, pues ha recomendado a Corea y a Japón que se doten de la bomba atómica. Incluso, Arabia Saudita podría verse alentada a hacer lo mismo, si es que se queda sin la protección de Washington. ¿Realmente es lo que le conviene a la seguridad de Estados Unidos, por no hablar de la del planeta entero?

Paralelamente, el magnate inmobiliario convertido en presidente quiere parapetar a su país tras un muro proteccionista en materia comercial. La consecuencia sería hacer perder competitividad a las empresas norteamericanas y hacer retroceder sus exportaciones, pues, obviamente, habría medidas de retorsión de los demás Estados. Se suma la pretensión de construir otra gran pared, esta vez física, en la frontera con Méjico, para frenar la inmigración clandestina. Todo ello, en medio de un clima de xenofobia y de racismo que su discurso de campaña ha alentado.

Es decir, parece que más que “hacer nuevamente grande” a Estados Unidos, se lo volvería un país a la defensiva y asustado en su rincón.

Ciertamente, parece difícil que Trump pueda cumplir sus promesas electorales, pero, de todos modos, su solo anuncio ha asustado a los aliados y socios de larga data, de la, todavía, primera potencia mundial, a la par, de alegrar a sus adversarios y enemigos tradicionales.

Como ha sido señalado por varios analistas, gran parte de los votos del candidato republicano provinieron de la población blanca de clase media baja y poco instruida que trabajaba en las empresas que se volatilizaron por el choque de la globalización. Los blancos serán minoritarios a partir de 2050, según los demógrafos, y, por otro lado, la vieja industria no volverá. Es decir, al escoger a Trump, la Norteamérica que siente que se va, ha clavado los pies en el suelo e intenta hacer retroceder el tiempo. De alguna manera, la elección del magnate es un Canto del Cisne cuya estridencia ha empequeñecido de pronto a Estados Unidos.


Escrito por

Francisco Belaunde Matossian

Analista político internacional. Profesor en las universidades Científica del Sur y San Ignacio de Loyola


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