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Esta vez quemaron vivo a un bebé

Publicado: 2015-08-04

Colonos israelíes lanzaron bombas molotov contra la casa de una familia de palestinos en Cisjordania, causando la muerte de un niño de 18 meses y dejando gravemente heridos a sus padres.  

Ciertamente, el crimen fue condenado por el primer ministro Benjamin Netanyahu, quien lo calificó de “acto terrorista”. No obstante, tal reacción no puede ocultar la inmensa responsabilidad de su gobierno y, más allá, del Estado hebreo, en la ocurrencia de hechos tan atroces.

Para empezar, la colonización de Cisjordania y de Jerusalén Este, iniciada tras la Guerra de los 6 días, en 1967, ha llevado a 600,000 israelíes a instalarse en suelo palestino. Ello, no sólo constituye una abierta violación del derecho internacional, sino que marca una clara tendencia de atropello de los derechos de los palestinos, fomentada por las sucesivas autoridades judías. Por otro lado, las agresiones perpetradas por los colonos se dan en gran número, sin que sean castigadas las más de las veces. Según la ONG israelí Yesh Din, 85.3% de las denuncias presentadas por las víctimas, son archivadas.

No puede olvidarse tampoco, la facilidad con la que las fuerzas armadas hebreas disparan contra los manifestantes palestinos, muchos de ellos adolecentes, causando numerosas muertes, y, sin consecuencias legales para los autores. Por contraste, los que protestan reciben con frecuencia castigos desproporcionados respecto de la represión usual de la violencia callejera en los países democráticos y, por cierto, de los que recaen en los manifestantes judíos que también se exceden. Más aún, una norma auspiciada por la ministra de justicia, Ayelet Shaked, que declaró el año pasado que había que matar a las madres palestinas por “engendrar terroristas”, endurece aún más las sanciones.

A lo anterior se suma lo ocurrido durante las guerras de Gaza, y en particular, la última, con episodios como el del “viernes negro”, cuando las tropas israelíes arrasaron un barrio entero de Rafah, con sus habitantes dentro de las casas, únicamente para impedir que el grupo Hamas atrapara a un soldado.

Es decir, hay un patrón de conducta del Estado judío que indica un claro menosprecio de la vida de los palestinos. El asesinato del bebé viene a ser una directa y horrible consecuencia de ello, tal como indica el reconocido intelectual, Gideón Levy.

Lo más grave, es que todo indica que la cosa va para peor, en particular, con la continuación de la colonización por el régimen de Netanyahu, ante la escasa reacción de la comunidad internacional. Gracias, en particular, a su aliado norteamericano, Israel es un Estado impune. Personajes de extrema derecha como Ayelet Shaked, y el propio primer ministro, pueden considerar que es una bendición. Para otros sectores, como el que representa el diario Haaretz, es una maldición.


Escrito por

Francisco Belaunde Matossian

Analista político internacional. Profesor en las universidades Científica del Sur y San Ignacio de Loyola


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